23 de julio - Beato Basilio Hopko.
Obispo y Mártir.
Nació el 21 de abril de 1904 en Hrabské, pequeña localidad de la
provincia de Bardejov (Eslovaquia). Sus padres eran campesinos pobres.
Tuvo una infancia difícil: en 1905 su padre murió, a los veintiocho
años. A causa de la pobreza, su madre se trasladó a Estados Unidos para
trabajar. Basilio quedó encomendado primero a su abuelo y, desde los
siete años, a uno de sus tíos maternos, sacerdote greco-católico.
En 1923 entró en el seminario de Presov. Realizó sus estudios teológicos
en la Academia teológica greco-católica de esa ciudad. Antes de
concluir los estudios, su madre le mandó dinero para que se fuera con
ella a Estados Unidos, esperando que se ordenara sacerdote en la
eparquía greco-católica de Pittsburgh, pero Basilio enfermó y tuvo que
ser operado en Kosice. Para pagar a los médicos empleó el dinero que le
había enviado su madre. "Todo ello sucedió por voluntad de Dios, pues el
Señor quería que yo me quedara en mi patria", comentó posteriormente.
Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de febrero de 1929 en Presov. Su
primer ministerio lo realizó como administrador en la parroquia de
Pakostov, preocupándose principalmente de los jóvenes, los obreros, los
desempleados y los huérfanos. Fundó el Círculo de estudiantes
greco-católicos y la Unión de la juventud greco-católica.
Luego, el obispo lo nombró primer párroco de una nueva parroquia en
Praga. Allí se reunió de nuevo con su madre, que volvió de Estados
Unidos después de veintidós años. Desde el 1 de septiembre de 1936 hasta
el 31 de agosto de 1941 desempeñó el oficio de director espiritual en
el seminario mayor de Presov. En abril de 1940 obtuvo el doctorado en
teología. Desde el 1 de septiembre de 1941 fue secretario del obispo.
Realizó un ejemplar magisterio como profesor de teología pastoral y
teología moral en la Facultad de teología de Presov desde 1943. Además,
escribió numerosos artículos y varios libros. Fue el primer redactor de
la revista Blahovistnik ("Mensajero del Evangelio") y en los años
1946-1949 contribuyó a la publicación de una serie de libros de
espiritualidad.
Nombrado obispo auxiliar de Presov, recibió la ordenación episcopal el 11 de mayo de 1947 en la catedral.
Después de la segunda guerra mundial, Checoslovaquia quedó bajo el
dominio del partido comunista, que preparó la eliminación violenta de la
Iglesia greco-católica. En abril de 1950 el Estado la declaró ilegal.
Monseñor Basilio fue arrestado el 18 de octubre de 1950. Fue sometido a
crueles interrogatorios: no le permitían dormir; debía caminar
continuamente, le daban poca comida..., a fin de debilitar su entereza.
Querían que firmara una confesión de acusaciones inventadas contra él.
El 24 de octubre de 1951, después de más de un año de ese tipo de
interrogatorios, fue condenado por el Tribunal del Estado a quince años
de cárcel, una multa de veinte mil coronas checoslovacas, la pérdida de
los derechos civiles durante diez años y la confiscación de todos los
bienes. Así se inició el vía crucis del siervo de Dios por cárceles
comunistas de Bratislava, Ilava, Leopoldov, Praga, Mírov y Valdice.
El 12 de mayo de 1964, en Valdice, por su mala salud y por buena
conducta, lo dejaron en libertad condicional. Las autoridades comunistas
no querían que se quedara en la zona oriental de Eslovaquia; por eso,
lo obligaron a vivir durante cuatro años en una casa para sacerdotes
ancianos en Osek (Bohemia septentrional), donde permaneció vigilado
continuamente por la policía secreta.
Su estado de salud a consecuencia de las tribulaciones sufridas en las
cárceles comunistas durante trece años, seis meses y veinticuatro días
(hambre, frío, enfermedades...) era muy precario. Además de diversas
enfermedades físicas, sufría depresiones psíquicas causadas por las
torturas y los malos tratos. Tras su autopsia, se descubrió que sus
verdugos lo habían envenenado progresivamente suministrándole pequeñas
dosis de arsénico.
Cuando la Iglesia greco-católica, el 13 de junio de 1968, fue
rehabilitada, recibiendo el permiso de reanudar su actividad, monseñor
Basilio volvió a desempeñar la función de obispo auxiliar, a pesar de su
mala salud.
Murió el 23 de julio de 1976 en Presov. Su proceso de beatificación fue
incoado el año 1986 en la metropolía de Pittsburgh (Estados Unidos), y
en 1989 pasó a la eparquía de Presov.
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Domingo 14 de septiembre de 2003
1. O crux, ave spes unica! ¡Salve, oh cruz, nuestra única esperanza!
En la celebración de esta liturgia dominical, queridos hermanos y
hermanas, se nos invita a mirar a la cruz, el "lugar privilegiado" en el
que se nos revela y manifiesta el amor de Dios. Miraron la cruz con fe
inquebrantable el obispo Basilio Hopko y sor Zdenka Schelingová, a
quienes hoy he tenido la alegría de inscribir en el catálogo de los
beatos.
En la cruz se encuentran la miseria del hombre y la misericordia de
Dios. Adorar esta misericordia ilimitada es para el hombre el único modo
de abrirse al misterio que la cruz revela.
La cruz está plantada en la tierra y parece hundir sus raíces en la
malicia humana, pero se proyecta hacia lo alto, como un índice que
apunta al cielo, un índice que señala la bondad de Dios. Por la cruz de
Cristo ha sido vencido el maligno, ha quedado derrotada la muerte, se
nos ha transmitido la vida, se nos ha devuelto la esperanza y nos ha
sido comunicada la luz. O crux, ave spes unica!
2. En nombre del Señor crucificado y resucitado, os saludo con afecto a
todos los que os halláis reunidos aquí, en la explanada de Petrzalka:
te saludo a ti, querido hermano Ján Sokol, pastor de esta Iglesia de
Bratislava-Trnava que hoy me acoge con júbilo; saludo a tus auxiliares y
a todos los obispos de Eslovaquia, en particular al venerado cardenal
Ján Chryzostom Korec. Me uno con alegría a la común acción de gracias
por el décimo aniversario de la constitución de vuestra Conferencia
episcopal.
Saludo a los señores cardenales y a los obispos que han venido de los
países vecinos, junto con numerosos grupos de fieles. Vuestra presencia
fraterna manifiesta de modo elocuente el vínculo de comunión que une a
las diversas Iglesias locales.
Saludo al señor presidente de la República y a las demás autoridades
civiles y militares. Doy las gracias a todos por haber colaborado
generosamente en la preparación de mi viaje apostólico en todos los
aspectos.
Por último, con gran afecto, te saludo a ti, amado pueblo eslovaco, aquí
presente o que me escuchas a través de la radio y la televisión. Doy
gracias a Dios porque has sabido conservar, incluso en momentos
difíciles, tu fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Y te exhorto: ¡no te
avergüences jamás del Evangelio! (cf. Rm 1, 16). Consérvalo en tu
corazón como el tesoro más valioso del que puedes sacar luz y fuerza en
la peregrinación diaria de la vida.
3. "Como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida
eterna" (Jn 3, 14-15), dice Jesús. ¿Qué vemos, por tanto, cuando
dirigimos la mirada a la cruz donde fue clavado Jesús? (cf. Jn 19, 37).
Contemplamos el signo del amor infinito de Dios a la humanidad.
O crux, ave spes unica! San Pablo habla de ella en la carta a los
Filipenses, que acabamos de escuchar. Cristo Jesús no sólo se hizo
hombre, semejante en todo a los hombres, sino que también tomó la
condición de siervo, y se rebajó ulteriormente, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz (cf. Flp 2, 6-8).
Sí, "tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único" (Jn 3, 16).
Admiramos, asombrados y agradecidos, la anchura y la longitud, la altura
y la profundidad del amor de Cristo, que supera todo conocimiento (cf.
Ef 3, 18-19). O crux, ave spes unica!
4. Ciertamente, la meditación de este misterio grande y admirable
sostuvo al beato obispo Basilio Hopko y a la beata sor Zdenka
Schelingová al elegir la vida consagrada y, particularmente, en los
sufrimientos soportados durante su terrible período de encarcelamiento.
Ambos resplandecen ante nosotros como ejemplos luminosos de fidelidad en
tiempos de dura y cruel persecución religiosa: el obispo Basilio no
renegó jamás de su adhesión a la Iglesia católica y al Papa; sor Zdenka
no dudó en poner en peligro su vida para ayudar a los ministros de Dios.
Ambos afrontaron un proceso injusto y una condena inicua, las torturas,
la humillación, la soledad y la muerte. Así, la cruz se convirtió para
ellos en el camino que los condujo a la vida, fuente de fortaleza y
esperanza, prueba de amor a Dios y al hombre. O crux, ave spes unica!
5. En el jardín del Edén, al pie del árbol estaba una mujer, Eva (cf. Gn
3). Seducida por el maligno, se apropia de lo que cree que es la vida
divina. En cambio, es un germen de muerte que se introduce en ella (cf.
St 1, 15; Rm 6, 23).
En el Calvario, al pie del árbol de la cruz, estaba otra mujer, María
(cf. Jn 19, 25-27). Dócil al proyecto de Dios, participa íntimamente en
la ofrenda que el Hijo hace de sí al Padre para la vida del mundo, y,
cuando Jesús le encomienda al apóstol san Juan, se convierte en madre de
todos los hombres.
Es la Virgen de los Dolores, que mañana recordaremos en la liturgia y
que vosotros veneráis con tierna devoción como vuestra patrona. A ella
le encomiendo el presente y el futuro de la Iglesia y de la nación
eslovaca, para que crezcan bajo la cruz de Cristo y sepan descubrir
siempre y acoger su mensaje de amor y de salvación.
¡Por el misterio de tu cruz y de tu resurrección, sálvanos, oh Señor! Amén.
(fuente: www.vatican.va)
Fuente: http://santosdedios.blogspot.com.ar/2013/07/23-de-julio-beato-basilio-hopko.html
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