23 de julio - Beata Margarita María López de Maturana.
Fundadora.
Margarita nació en Bilbao, con el nombre de Pilar, el 25 de julio de
1884, en la calle Tendería, en pleno Casco Viejo. En la adolescencia, su
madre, intentando alejarla de una amistad prematura con un joven
marino, decidió llevarla al colegio internado que tenían unas monjas
Mercedarias en Berriz. Y aquí, como en tantas otras ocasiones, comienza
este misterio de cómo Dios se vale de un hecho insignificante para
cambiar el rumbo de la historia de una persona que a su vez, como en
ondas expansivas, va modificando otras vidas y otras historias.
Pilar ingresó como religiosa en 1903, en el convento de la Vera Cruz
de Berriz, que por aquel entonces, y desde mediados del siglo XVI, era
un monasterio de clausura perteneciente a la Orden de la Merced. Días
antes, su hermana, Leonor ingresaba en el noviciado de las Carmelitas de
la Caridad de Vitoria, Leonor murió siendo misionera en Argentina y su
causa de beatificación también ha sido introducida). Ese mismo año,
Pilar tomó el hábito de novicia y cambió su nombre por el de Margarita
María. Un año después pronunció sus votos y comienzó a trabajar en el
colegio como profesora.
En 1919, el monasterio y el convento de Berriz recibió la visita de
dos misioneros: José Vidaurrázaga (jesuita) que marchaba a la misión de
Wuhu, en China, y Juan Vicente Zengotita-Bengoa (carmelita), destinado a
la India. Esta visita casual de los dos misioneros, las ilusionadas
palabras con las que compartían su vocación a la misión y su petición de
apoyo a las colegialas mediante la oración, fueron "la semilla de la
vocación misionera que Dios dejó caer en nuestros corazones, llamándonos
a una empresa en la que nunca hasta entonces habíamos pensado"
El 19 de septiembre de 1926, sale de Berriz el primer grupo de
misioneras hacia Wuhu (China). Se había iniciado el "éxodo misionero" de
aquellas mujeres contemplativas con el único deseo de contar a sus
hermanos y hermanas que Dios los amaba, que no quería que siguieran
siendo esclavos, que los quería libres y felices. Su vocación
mercedaria, liberadora, luchadora incansable ante cualquier esclavitud,
estaba a punto de abrir un camino nuevo en el mundo.
A esta primera expedición les seguirán las de Saipán (Islas
Marianas), Ponapé (Islas Carolinas) y Tokio. La misma Margarita dio dos
veces la vuelta al mundo, acompañando a sus hermanas que iban a la
misión y para visitarlas y acompañar de cerca su nueva vida. Una vida
envuelta, desde el comienzo, por múltiples dificultades: problemas
económicos, duros trabajos, el desconcierto de vivir una nueva realidad
tan distinta.Su llegada a China estuvo marcada por una guerra civil, la
persecución a los extranjeros e incluso la cárcel. Pocos años más tarde
daría comienzo la Segunda Guerra Mundial, especialmente virulenta en el
Pacífico, que supuso en varias ocasiones la destrucción de la obra
puesta en pie con tanto esfuerzo y el coraje de volver a comenzar de
nuevo.
El camino comenzado iba pidiendo nuevos y definitivos pasos como la
transformación de Convento de Clausura en Instituto Misionero. El 23 de
mayo de 1930, después de una votación secreta en la que las noventa y
cuatro monjas de Berriz piden unánimemente la transformación, el sueño
de Margarita y de aquel pequeño convento de clausura se cumple: el
Instituto de las Mercedarias Misioneras de Bérriz es aprobado y
bendecido por la Iglesia.
Poco tiempo más tarde, en la plenitud de sus cincuenta años, el 23
de julio de 1934, y después de una dolorosa enfermedad, Margarita pasa a
gozar del Dios que "ama maternalmente", al que tanto había amado en la
oración y en la entrega a los de cerca y a los de lejos. Sus últimas
palabras para sus hermanas ya misioneras fueron: "Yo las ayudaré desde
el cielo: sí"
Hoy las Mercedarias Misioneras de Bérriz siguen queriendo vivir como
Margarita, mirando a Dios y a la historia para descubrir en cada
momento, como ella, quiénes son "los nuevos esclavos en esta hora".
Mercedarias de Berriz
A finales de los años 60, la Iglesia de occidente dio un gran vuelco
y comenzó a mirar más allá de sus fronteras. El Concilio Vaticano II y
la Conferencia de Medellín (en América Latina) pusieron ante nuestra
mirada una realidad terriblemente hiriente: las enormes desigualdades
entre los pueblos. El clamor de los pueblos empobrecidos en América y
África, se presentaba como el desafío más grave para el Evangelio de
Jesús, que vino para crear una familia de hermanos, de iguales.
Congo y América Latina recibieron a varios grupos de hermanas en muy
pocos años. En los años 70, el Instituto comenzó también a dar sus
primeros pasos en Filipinas. Hoy el Instituto de las Mercedarias
Misioneras de Bérriz, son 90 en Bizkaia y otras 500 repartidas por todo
el mundo.
Además de los votos de pobreza, obediencia y castidad, la orden de
las Mercedarias de Berriz tiene un cuarto voto específico que habla muy a
las claras de su total entrega: "Permanecer en la misión por el bien de
las personas a las que servimos. Cuando haya peligro, dar la vida si
necesario fuera".
Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=636
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