4 de julio - Beata María Crucificada Curcio.
Fundadora.
Nació en Ispica (Sicilia, Italia) el 30 de enero de 1877. Era
la séptima de diez hijos. Vivió su infancia en un ambiente familiar cultural y
socialmente elevado. Dotada de gran inteligencia y un carácter alegre y
decidido, manifestó durante su adolescencia una marcada tendencia a la piedad
y a la solidaridad con los más necesitados y marginados.
En su casa recibió una severa educación, con principios muy rígidos, en razón
de los cuales su padre, siguiendo las costumbres de la época, no le permitió
seguir estudiando después de la escuela primaria. Eso le costó mucho, pues
sentía una gran sed de conocimientos, que saciaba con los libros de la
biblioteca familiar. Así pudo leer el "Libro de la vida" de santa Teresa de
Jesús, que ejerció un gran impacto en ella, impulsándola a conocer y amar el
Carmelo, y abriéndola al "estudio de las cosas celestiales".
En 1890, a la edad de trece años, obtuvo, aunque con dificultad, el permiso de
inscribirse en la Tercera Orden Carmelitana, recién constituida en Ispica.
Visitaba con frecuencia el santuario de la Virgen del Carmen, cultivando una
intensa devoción a María, "que le había robado el corazón desde su infancia",
y le había encomendado la misión de "hacer que volviera a florecer el
Carmelo". Profundizando en la espiritualidad carmelitana comprendió el plan de
Dios para ella.
Queriendo compartir el ideal de un Carmelo misionero que uniera la dimensión
contemplativa con la apostólica, inició una experiencia de vida común con
algunas compañeras terciarias en un apartamento de su casa paterna. Luego se
trasladó a Modica, para dirigir la casa "Carmela Polara" para la acogida y
asistencia de muchachas huérfanas o necesitadas.
Después de años de pruebas y tribulaciones con el vano intento de que su obra
fuera reconocida oficialmente por la autoridad eclesiástica local, por fin
encontró apoyo en el padre Lorenzo van den Eerenbeemt, de la Orden Carmelita
de la antigua observancia.
El 17 de mayo de 1925 viajó a Roma para la canonización de santa Teresa del
Niño Jesús. Al día siguiente, visitando la localidad de Santa Marinella,
cercana a la ciudad de Roma, quedó impresionada por la extrema pobreza de la
mayor parte de sus habitantes y comprendió que allí la quería Dios. Con
permiso del obispo, se estableció definitivamente en Santa Marinella, y el 16
de julio sucesivo recibió el decreto de afiliación
de su pequeña comunidad a la Orden Carmelitana.
En 1930, después de muchos sufrimientos y cruces, su pequeña comunidad fue
erigida como congregación de derecho diocesano con el nombre de Carmelitas
Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús.
"Llevar almas a Dios" era el objetivo que la impulsó a crear obras educativas
y asistenciales en Italia y en el extranjero. Pudo realizar su anhelo
misionero en 1947 enviando a las primeras cuatro religiosas a Brasil, con un
solo mandato: "No olvidéis a los pobres".
Su oración era un diálogo íntimo y continuo con Jesús, con el Padre y con
todos los santos, inspirado por una confianza filial y sentimientos de
gratitud, de alabanza, de adoración y de reparación, que trataba de
transmitir, ante todo con el ejemplo de su vida, a sus hijas espirituales y a
cuantos se acercaban a ella.
Cultivó una intensa unión de amor con Cristo en la Eucaristía, esforzándose
por vivir un profundo espíritu de reparación, que la llevaba a compartir los
sufrimientos y las angustias de los hombres, especialmente "del inmenso número
de almas que no conocen y no aman a Dios", tratando de ayudarles en sus
necesidades con caridad, pues descubría en ellos el rostro de Cristo
crucificado.
Exhortaba a sus religiosas a entregarse sin medida al servicio
de la juventud más humillada y abandonada, para "separar en ella el oro del
fango", a fin de restaurar en toda criatura la dignidad y la imagen de hijo de
Dios.
Marcada toda su vida por una salud precaria y por la diabetes, que afrontaba
con fortaleza y sincera adhesión a la voluntad de Dios, pasó sus últimos años
enferma, orando y entregándose a sus religiosas.
El 4 de julio de 1957 murió serenamente en Santa Marinella.
Fuente: http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20050424_curcio_sp.html
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