11 de mayo - Beato Ceferino Namuncurá.
Laico Saleciano.
Martirologio Romano: En la
isla Tiberina, Italia, beato Ceferino Namuncurá, laico. († 1905)
Fecha de
beatificación: 11 de noviembree de 2007, durante el pontificado de
S.S. Benedicto XVI
Etimológicamente: Ceferino = Viento suave, es de origen
latino.
La santidad de Ceferino es
expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad
hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de
cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los
demás. Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad
con la que los primeros misioneros mandados por don Bosco
lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio
de Valdocco: formar jóvenes santos. Este sigue siendo nuestro
compromiso de hoy, en un mundo que necesita jóvenes impulsados
por un claro sentido de la vida, audaces en sus
opciones y firmemente centrados en Dios mientras sirven a los
demás.
La vida de Ceferino es una parábola de tan sólo
19 años, pero rica de enseñanzas.
Nació en Chimpay, Río Negro, Argentina, el día
25 de agosto de 1886 y fue bautizado, dos años
más tarde, por el misionero salesiano don Milanesio, que había
mediado en el acuerdo de paz entre los mapuches y
el ejército argentino, haciendo posible al papá de Ceferino conservar
el título de "gran cacique" para sí, y también el
territorio de Chimpay para su pueblo.
Tenía 11 años cuando
su padre lo inscribió en una escuela estatal de Buenos
Aires, pues quería hacer del hijo el futuro defensor de
su pueblo. Pero Ceferino no se encontró a gusto en
aquel centro y el padre lo pasó al colegio salesiano
"Pío IX". Aquí inició la aventura de la gracia, que
transformaría a un corazón todavía no iluminado por la fe
en un testigo heroico de vida cristiana. Inmediatamente sobresalió por
su interés por los estudios, se enamoró de las prácticas
de piedad, se apasionó del catecismo y se hizo simpático
a todos, tanto a compañeros como a superiores. Dos hechos
lo lanzaron hacia las cimas más altas: la lectura
de la vida de Domingo Savio, de quien fue un
ardiente imitador, y la primera Comunión, en la que hizo
un pacto de absoluta fidelidad con su gran amigo Jesús.
Desde entonces este muchacho, que encontraba difícil "ponerse en fila"
y "obedecer al toque de la campana", se convirtió en
un modelo.
Un día —Ceferino ya era aspirante salesiano en Viedma—
Francesco De Salvo, viéndolo llegar a caballo como un rayo,
le gritó: "Ceferino, ¿qué es lo que más te
gusta?". Se esperaba una respuesta que guardara relación con la
equitación, arte en el que los araucanos eran maestros, pero
el muchacho, frenando al caballo, dijo: "Ser sacerdote", y
continuó corriendo.
Fue precisamente durante aquellos años de crecimiento interior cuando
enfermó de tuberculosis. Lo hicieron volver a su clima natal,
pero no bastó. Monseñor Cagliero pensó entonces que en Italia
encontraría mejores atenciones médicas. Su presencia no pasó inadvertida en
la nación, pues los periódicos hablaron con admiración del príncipe
de las pampas. Don Rúa lo hizo sentar a la
mesa con el consejo general. Pío X lo recibió en
audiencia privada, escuchándole con interés y regalándole su medalla "ad
principes". El día 28 de marzo de 1905 tuvo que
ser internado en el Fatebenefratelli (Hermanos de San Juan de
Dios) de la isla Tiberina, donde murió el día 11
de mayo siguiente, dejando tras de sí una impronta de
voluntad, diligencia, pureza y alegría envidiables.
Era un fruto maduro
de espiritualidad juvenil salesiana. Sus restos se encuentran ahora en
el santuario de Fortín Mercedes, de Argentina, y su tumba
es meta de peregrinaciones ininterrumpidas, porque goza de una gran
fama de santidad entre el pueblo argentino.
El milagro para su
beatificación.
El milagro que se aceptó como tal, es el caso
de una mujer de Córdoba, Valeria Regina Herrera, que tenía
24 años y que se curó en forma instantánea e
íntegramente de un cáncer de útero, y hasta pudo concebir
nuevamente. Este hecho para la ciencia es absolutamente inexplicable y
esto fue corroborado con estudios médicos anteriores y posteriores de
la mujer, que acreditan la desaparición de la enfermedad.
Vamos a
compartir el testimonio de ella.
"Mi diagnóstico era un carcinoma
que significa un cáncer de útero muy invasivo que a
los días de haber hecho una cirugía donde se extrajo
todo el material para analizar a los dos ó tres
días ya había hecho metástasis con ocho tumores que se
palpaban perfectamente, necropsia de tejido, osea, presencia de tejido muerto
y el diagnóstico era ese.
Necesitaba urgente comenzar con una quimioterapia.
Esto fue un día viernes.
Me piden que por favor me
presente al día siguiente en un hospital público para empezar
la quimioterapia y esa misma noche es cuando yo encuentro
la revista editada por La voz del Interior y presentaba
una lista de todos los posibles santos argentinos. Entre todas
las columnas donde estaban las fotos con el rostro de
cada uno de esos posibles santos encontré esa misma imagen
que tenía mi abuela de Ceferino Namuncurá.
A partir de ese
momento me identifiqué directamente como si fuésemos amigos de siempre
porque leí que había deseado ser sacerdote para misionar entre
los suyos, leí su padecimiento, su agonía, su dolor físico
y todo eso, realmente, me hizo sentir como amiga.
Y el
artículo se resumía diciendo que para ser santo se necesitaba
un milagro y le pedí que ese milagro lo hiciera
conmigo porque realmente necesitaba de un milagro, que él sabía
que yo había misionado en comunidades tobas, wichis y yo
quería seguir haciéndolo.
El sábado siguiente me tenía que presentar en
el hospital Rawson para que los médicos que me iban
a seguir en el tratamiento me conociesen y me revisaran.
Lo hice y me pidieron que vaya el lunes a
primera hora para quimioterapia, que vaya y que no se
me ocurra quedarme en mi casa.
Le pedí a mi esposo
que me llevara a casa, quería tratar de hacer la
vida lo más normal posible. Fuimos al río, después fuimos
a misa y recibí la unción de los enfermos por
parte del párroco y el lunes a primera hora volvimos
al hospital.
Me hacen la ficha de ingreso, me dan un
carnet y la doctora, antes de que me vaya al
pabellón me pide una nueva revisación y ahí es cuando
se constata que no se palpaba ningún tumor y que
no había necropsia de tejido, sino que estaba todo sano.
Me
piden un nuevo dosaje de hormona porque no entendían absolutamente
nada y mi nivel de hormona había bajado a la
mitad en relación al nivel que tenía el viernes.
Me dijeron
que me quede en Córdoba y todos los días me
sacaban sangre y me hacían juntar orina para ver el
dosaje hormonal, para ver si seguía bajando y el médico
que me había derivado me decía “no sé que has
hecho, la clínica es una revolución porque directamente nos dijeron
que no pueden decir que pasó, solamente que es una
involución espontánea”, realmente no tenían palabras para decir que había
pasado científicamente".
"Me dijeron que esto iba a ser público y
así sucedió, después de cuatro años más o menos, un
religioso de la Congregación Menesiana un día llegó a casa
y me pregunta si yo había tenía una curación milagrosa.
Yo le contesté que si y cuando le dije que
mi oración había sido a Ceferino Namuncurá se desinfló porque
el había pensado que yo había invocado al fundador de
ellos que es Juan María de la Mennais.
Me preguntó
si tenía la documentación médica y le dije que tenía
todo el legajo. Me pidió fotocopias de todo porque al
otro día viajaba a Roma, llevó toda la documentación a
Roma a la casa de los salesianos y creo que
lo recibió el Padre Daniel Cóvolo y él se contacta
con el Padre Dante Simón y lo nombra vicepostulador porque
estudia este caso".
Finalmente, el 6 de julio de 2007 S.S.
Benedicto XVI autorizó la publicación del decreto en el que
se reconoce este milagro.
Fuente: http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=33763
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