09 de agosto - Beato Rubén de Jesús López Aguilar
Religioso Mártir.
Martirologio Romano: En Barcelona,
en España, beatos Rubén de Jesús López Aguilar y sus
seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de
Dios y mártires, que, en la persecución contra la fe,
sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y
así pasaron a presencia del Señor († 1936)
Integran este grupo
de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo
(Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez,
Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Esteban
(Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez Zuluaga y
Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono.
Desde 1934 estalló en España una horrorosa
persecución contra los católicos, por parte de los comunistas, masones
y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas
españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas
y miles y miles de laicos. Todos por la sola
razón de pertenecer a la Iglesia Católica.
Unas de esas víctimas
fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de
San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en
España.
Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos.
Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor
de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que
San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos
más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a
perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban
emplear el resto de su vida en ayudar de la
mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud
mental y física y sobre todo su salud espiritual por
medio de la conversión y del progreso en virtud y
santidad.
Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y
en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente
pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los
más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y
matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de
su Santa Religión.
Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales
en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos
enviados del gobierno comunista español y les ordenaron abandonar aquel
plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que
no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales
pero que eran unas fieras en anticleralismo.
A los siete religiosos
se los llevaron prisioneros a Madrid.
Cuando al embajador colombiano le
contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas
suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del
país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores
para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán
de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero
para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los
envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano
de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el
tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal
especial para que los apresaran.
El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul
colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El
Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este
horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida.
Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de
caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de
Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto
de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe
Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en
un tren y para rogarme que fuera a la estación
a recibirlos y que los tratara de la mejor manera
posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi
consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que
fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren
pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin
un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia?
Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".
Me dirigí a
la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si
no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española).
Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no
los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que
el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes.
Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la
cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas
al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar
su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían
a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana".
Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital
Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9
de agosto de 1936.
El Beato y mártir Rubén de Jesús
López Aguilar nació en Concepción Antioquia-Colombia el 12 de abril
de 1908. Hijo de Joaquín López y Efigenia Aguilar, los
cuales tuvieron 14 hijos, siendo el segundo de ellos nuestro
hermano Rubén.
Muerta la madre, el padre contrae nuevas nupcias
de las que nacen otros siete hijos.
Sintió su vocación al
sacerdocio desde la adolescencia, pero la falta de recursos frustró
sus deseos juveniles. Estudió hasta segundo de primaria y preocupado
por la pobreza de su familia busca trabajo en otras
regiones: las minas de Yolombó y Alejandría y el túnel
de la Quiebra. Siempre se distinguió por ser magnífico compañero
y amigo compartiendo lo que tenía. Desarrolló allí su magnífica
corpulencia que ayudaría posteriormente en el trabajo con los enfermos.
Sus hermanos, algunos de los cuales aún
viven, hablan de su nobleza y piedad desde niño .No
quería pelearse con ellos, aunque le pegaran y su padre
le empujara a defenderse.
Cuentan del amor a María, la
Virgen Santísima, de su respeto y admiración por las mujeres.
En todo veía la voluntad de Dios, "Bendito sea mi
Dios" era su frase más comun. Pero ese Dios le
mostró el camino para seguirlo cuando los hermanos de San
Juan de Dios vinieron en promoción vocacional a Concepción, y
a través del Padre Villegas (Párroco) le contactaron.
Rubén entro
al postulantado el 2 de diciembre de 1930 en Bogotá.
Allí se dedicó al estudio y a las labores de
los distintos sanatorios y hospitales de la comunidad. El 7
de marzo de 1931 ingresa al noviciado. según sus compañeros
siempre supo ser fuerte frente a las dificultades. el 27
de marzo de 1935 profesa temporalmente y ese mismo año
hace su profesión solemne.
Fue seleccionado para viaja a España
y así preparase mejor en todos sus tareas. Pero antes
habría de servir en la guerra de 1933 entre Perú
y Colombia, donde demostró ampliamente su amor a los enfermos
y su espíritu de oración y obediencia curando y acompañando
los soldados en la ciudad de Pasto.
En España sufre con
los combates de la guerra civil, pues llega el 30
de marzo de 1935 y se dedica de nuevo a
los enfermos en los hospitales de la comunidad.
Desde allí
escribe a la familia contando su viaje en barco y
la situación crítica de violencia indiscriminada imperante en España.
El
9 de agosto de 1936, no sin antes defender su
fe y su vocación con valentía, es cruelmente asesinado con
sus compañeros.
Sus restos reposan en una fosa común no
plenamente idenificada.
Forman parte del grupo de 71
mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San Pedro el
25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.
Fuente: http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=43068
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