20 de julio - San Elías.
Profeta.
Cuando sucedió, allá en el monte llamado Tabor, la Transfiguración
de Jesucristo ante los tres discípulos predilectos Pedro, Juan y
Santiago, dejándoles ver por un momento su Gloria, allá apareció
Elías entre los invitados junto a otro peregrino de la
montaña que se llamaba Moisés; los discípulos los veían conversando
familiarmente con Cristo; entre los tres comentaban cosas sobre los
acontecimientos de la próxima Pasión.
Ya sabían cosas de él; las
habían escuchado con frecuencia en la sinagoga de los sábados;
incluso los más viejos del lugar afirmaban que en los
últimos tiempos se hablaba de Elías más que en otras
épocas; no hacía mucho, la gente llegó a confundir a
aquel Bautista que realizaba su carismática predicación en el río
Jordán con Elías; los mismos príncipes de los sacerdotes habían
mandado a unos comisionados para que investigaran si Juan era
el Mesías tan esperado y, al obtener una respuesta negativa,
intuyeron que se trataba de alguna otra persona importante y
hasta le preguntaron si era una especie de reencarnación de
Elías o una aparición suya, puesto que se hablaba de
que el gran profeta tendría que venir en los tiempos
últimos.
¿Qué quién fue este personaje?
Los judíos de todos los
lugares conocían bien sus portentosas obras que fueron parte de
su misión. Había nacido en torno al año 900 antes
de Cristo, cuando ya se había consumado la división cismática
político-religiosa del Pueblo de Dios que quedó seccionado en el
Reino del Norte -con capital en Samaría- y el Reino
del Sur -con capital en Jerusalén-, después de la asamblea
que tuvieron en el 931, en Siquén. En el reino
del norte se llama desde entonces Israel y el del
sur Judá. Cuando Elías ejerce su profetismo por encargo de
Dios, reina en Israel Ajab; pero se ha casado con
la cruel Jezabel, hija de Ittobaal el rey de Tiro
y Sidón, que ha traído a Samaría a sus profetas
y dioses fenicios, levantado un templo a los baales y
ha perseguido hasta el aniquilamiento a los profetas del verdadero
y único Dios, Yahwé.
Elías o Eliyahú, que quiere decir
"Dios es mi confianza", es fuerte y claro con el
rey Ajab. Le dirá que por haberse apartado de Yahwé
y por haber torcido sus ojos a los dioses falsos
ya lleva su reino sufriendo años la sequía que ha
mandado Elías; hace años que los campos se han olvidado
de las cosechas, los veneros están agostados y los animales
se mueren; los hombres tienen labios resecos y Samaría entera
sufre el azote de Dios.
Profeta fuerte y claro con
el pueblo prevaricador. "¿Hasta cuándo cojearéis entre dos muletas?" les
dice, recriminándoles por mantenerse dubitativos y negligentes entre Yahwé y
los baales. Tiene que convencerles con un prodigio: Reunidos los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y él solo en lid
sobrenatural para dilucidar ante el pueblo dónde está la verdad;
dos novillos descuartizados dispuestos sobre el monte para el sacrificio;
los profetas de los baales danzarán, cantarán, gritarán, implorarán, se
harán incisiones sangrientas y entrarán en trance sin éxito; Elías
invocará con sencillez al Dios de Israel y de Judá
y vendrá de inmediato un fuego del cielo que hará
en un instante cenizas a las víctimas y a las
piedras por más que antes hubieran sido empapadas en agua.
Con
los intereses de Yahwéh es fuerte y claro por encima
de todo. Los cuatrocientos cincuenta profetas de los falsos dioses
son pasados a cuchillo junto al torrente Cisón. Ni uno
sólo escapó.
Convertido ya el pueblo al buen Dios no hace
falta que continúe el castigo. Viene el agua como llega
la persecución de la vengativa Jezabel que obliga a huir
a Elías al desierto donde, cansado y agotado el profeta,
pide ya la llegada de su fin bajo la retama.
Como el desierto tiene reminiscencias de lugar encontradizo con Dios,
le viene el encargo de reponer fuerzas porque el camino
a recorrer es aún largo para Elías. Hace falta ungir
a Yehú para rey de Israel y preparar a Eliseo
como sucesor en el profetismo.
Aún tuvieron tiempo para ver al
hombre de Dios pasar andando el río Jordán golpeado con
su manto.
¡Cuánto debió ser el poder que Dios dio
a Elías cuando Eliseo se conformaba sólo con dos tercios
de él para desempeñar su propia misión! Y lo tendrá
al ver el rapto de su maestro al cielo en
aquel carro de fuego.
Fuente: http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=516
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