Reclusa Agustina.
Martirologio
Romano: En Certaldo, lugar de la Toscana (hoy Italia), beata Julia de
la Rena, de la Tercera Orden de San Agustín, que permaneció encerrada en
una pequeña celda junto a la iglesia, en la que vivió sólo para Dios
(1367).
Etimología: Julia = Nacida en el séptimo mes. Es de origen latino.
Nace en Toscana (Italia), no
distante de Certaldo, en torno al año1320, de padres de nobles venidos a
menos. Huérfana en su juventud, pasa al servicio de la familia Tinolfi,
en la vecina ciudad de Florencia. Tras entrar en contacto con los
agustinos y conocida su espiritualidad, sin contar veinte años de edad,
solicita y recibe el hábito de agustina secular.
Sintiéndose llamada a una
forma de vida más radical y austera, en plena flor de su existencia,
decide abandonar la ciudad y recogerse en un lugar solitario. Vuelta a
Certaldo se aloja en un pequeño local contiguo a la iglesia agustiniana
de San Miguel y Santiago, en el cual hizo abrir dos minúsculas ventanas,
una que miraba a la iglesia para en poder asistir a las sagradas
funciones, y la otra hacia el exterior, por donde recibir el alimento
que la piedad popular pudiera proporcionarla. Y una vez colocado sobre
la pared un gran crucifijo, con solemnidad y en presencia de numeroso
público entre devoto e incrédulo, desde el exterior un maestro albañil
tapió la entrada.
Desde este momento ya nunca
saldrá de su pequeño reclusorio. Como una emparedada, vivirá segregada
del mundo por un período de aproximadamente treinta años, recorriendo
hasta el fondo el largo camino de la ascética y de la mística.
Penitencia y oración fueron sus ocupaciones cotidianas. De su
manutención se encargaban los habitantes de Certaldo y sus alrededores.
Tradiciones populares refieren que hasta los niños, privándose de
alimentos y golosinas, corrían en su ayuda llevándole algo de comer, y
que Julia, agradecida y sonriente, a cambio, hasta en invierno les
obsequiaba con flores frescas. Nada más se sabe de esta intrépida mujer,
a no ser la gran veneración hacia ella de sus conciudadanos por
semejante vida de piedad vivida ante sus propios ojos.
Julia muere en torno a 1370.
Su culto se inició inmediatamente después de su deceso, pues ya en 1372
consta la dedicación de un altar en la iglesia junto a la cual había
transcurrido la mayor parte de su vida y donde al fallecer había sido
sepultado su cuerpo. Desde 1506 la alcaldía corre con los gastos de la
fiesta en honor de la beata, a cuyo favor varias veces fue atribuida la
liberación de pestes y contagios en toda la comarca.
El culto ab immemorabili fue confirmado por Pío VII en 1819.
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